Lejos de la realidad: 2

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Lavinia está en lo cierto, no debe sonar desesperada, es su mejor amigo, pero tampoco debe tomárselo así, “no tenemos más nada, yo tampoco he querido” piensa para sí. Es alto, bueno, un poco más alto que ella, de ojos marrón claro, diría que incluso cuando le da el sol, adoptan una tonalidad verdosa, moreno y un color de piel que le da un aire magnético, una tonalidad que no sabe definir muy bien, es una tonalidad bastante diferente a las del resto del pueblo que le da un toque tropical, todos dicen que su padre tenía ese mismo color, venía del sur, vino a este pueblo escondiéndose de las crueldades que se vivían en esa época allí, la madre de Ian le dio cobijo durante unos meses, que se convirtieron en años y ahora en polvo.
Pensando en Ian, todo ha pasado más rápido y sin casi darse cuenta ya está en en el trabajo. Entra en la oficina, pregunta si hay algún correo para ella y al recibir un no como respuesta se tira en la silla. Trabaja en una pequeña oficina que hay en el pueblo donde se recibe todo el correo, venga del norte, del sur, del este o del oeste, como son un pueblo pequeño tampoco hay muchas entradas, y de donde vienen mayoritariamente son de Asia a un comerciante que vive aquí en épocas de vacaciones, así que como en esta oficina tampoco hay mucho trabajo también se prepara el periódico semanal del pueblo con noticias que provienen de todo el mundo, pero su trabajo, su único trabajo, es el más aburrido, separar las cartas según la familia a la que estén destinadas, tampoco se puede quejar le pagan bien para lo poco que hace y les da para sobrevivir a su hermana, a su padre y a ella, y sin ninguna experiencia a los diecisiete años no se puede pedir más. Las horas pasan lentamente, pero mientras más se acerca la hora del almuerzo más nerviosa está, y solo son las doce. No entiende la razón de esos nervios, pues no es la primera vez que queda en la hora del almuerzo con Ian pero algo le dice que hoy va a ser distinto, no sabe si a bien o a mal, pero va a ser distinto, le espera algo nuevo, algo que no ha vivido hasta entonces, pero solo puede esperar. Mira a todos lados y no ve a nadie más sino a su compañera, Kate, que no hace sino mirar el reloj a ver cuando puede salir. Es bajita, rubia y de ojos azules, el ideal de belleza de todos los chicos, y cuando se arregla es más guapa aún pero su relación con ella no ha sido muy amplia. Hoy se siente con ganas de hablar, no hay entradas y no tienen más nada que hacer, solo mirar la pantalla del ordenador a ver si hay algun correo por ahí, algo que tengan que imprimir y dar al cartero para que se la acerque a la familia, nunca entenderá porque no se la envían automáticamente al ordenador de la familia, pero claro, es que en este gobierno no se les permite tener internet personal, por lo tanto los únicos privilegiados son los de la imprenta y los de correos.


- ¿Alguna entrada Kate? - de alguna manera tendría que empezar la conversación. Cuándo se vira se da cuenta de que tiene los ojos rojos y cuajados en lágrimas - ¿Qué te pasa?
- Nada... tranquila, ya se me pasará – se seca las lágrimas .
- Kate, se que no tenemos una relación profunda, pero puedes contar conmigo.
- Es que, mi novio, me ha dejado...
- ¿Cómo que te ha dejado?
- Sí, mira mira... recibí un mensaje – saca un sobre del bolso – ha sido la única entrada de hoy, iba dirigida a mí y cuando me doy cuenta veo de quién es, la abro y la leo. - coge el sobre que le tiende y lo lee.

“Querida Kate:
Espero que no te haya tocado enviarte esto a tí misma, porque si no sería más doloroso aún, y ya me duele bastante tener que dejarte un correo para decírtelo porque sé que si fuese a la cara te vería llorar y no lo soportaría. Anoche conocí a otra chica y me he dado cuenta de que te iba a hacer daño si seguía contigo, nunca llegué a sentir lo suficiente como para estar juntos, creo que eras un capricho, cuando no te tenía te quería, solo para mí, pero cuando te tuve, al pasar el tiempo quise dejarte, no te veía ya de la misma manera, sinceramente, no te quería como creía quererte. La conocí en la fiesta del pueblo, nos besamos pero no quería seguir, me sentía mal por ti y decidí hablar contigo antes de nada. Para que todo sea más fácil voy a volar a París un par de meses, podré terminar los estudios allí y después volveré a recoger a mi familia y nos iremos todos a París.
Espero que tengas mucha suerte en tu vida Kate, no lo olvides, siempre fuiste lo mejor que me ocurrió, pero admito que no serás lo mejor que me ocurra.
Adios”

Cuando termina de leerla, rompe la carta en varios pedacitos y mira a Kate que llora desconsoladamente, se acerca a ella y la abraza.

- Mira Kate, esa carta ya no existe, está rota en pedazos y la voy a tirar a la basura, a donde, por cierto, se merece que tires a ese tio detrás – ve que sale una sonrisa y sigue hablando – a los tios así lo único que hay que responderles es, tranquilo que yo tampoco quiero a alguien como tú a mi lado. Así que como siento que debo recompensarte por la “preciosa” carta que te ha escrito ese chico, del cual no quiero saber ni su nombre porque aparecería en su casa y le pegaría yo por ti, ¿qué tal si después de trabajar vamos al cine las dos juntas?. - Kate la mira sorprendida, como si eso fuese lo último que se imaginase que diría y sonríe
- Vale, pero, ¿las dos solas?
- Como quieras, por mí si quieres llevar a alguna amiga tuya...
- No Gin, no tengo amigas, bueno la única persona que he considerado como amiga, has sido tú.
- Pues bueno, esta tarde es tarde de chicas, yo también lo necesitaré.
- ¿Problemas con chicos? - Cuando nombra la palabra chicos piensa en Ian instintivamente, mira la hora, sino sale ya, no va a llegar a tiempo.
- Algo así, Kate, tengo que ir a comer con una persona, así que después nos vemos. ¿Dónde comerás tú?
- Hoy aquí, me toca turno completo.
- Vale, cuídate, no llores y sobre todo, ni si te ocurra coger la carta de ese capullo.

Coge su bolso y antes de salir ve como la cara de Kate ha cambiado, tal vez debería haber hablado con ella antes, es una buena chica, pero bueno las circunstancias son las circunstancias, y probablemente sea hoy cuando empieze su verdadera amistad con ella. Coge las llaves de la oficina y sale corriendo, con el almuerzo en una mano y el bolso en la otra, hasta que de repente siente que la mano que tenía el almuerzo está más ligera, se da la vuelta y ve que la comida se ha caído, la bolsa se ha roto por debajo y tiene que ponerse a recoger todo “¡Mierda!”, piensa para sus adentros, los días que no debe pasar nada es cuando pasa algo.

2 comentarios:

  1. de momento te seguire me va gustando la historia a ver como sigue

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    1. ¿Qué tal va? Te sigue gustando. Espero que sí y que sea de tu agrado tan agradable como ha sido leer tu comentario. Un besito.

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