Lejos de la realidad: 4

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 Terminan de comer tranquilamente, recogen todo y se levantan, nota el contacto de su mano con la de Ian, se da la vuelta y le ve lágrimas en los ojos.

- Ian, ¿qué te pasa?
- Te he echado de menos, desde el cabreo que tuvimos no he dejado de pensar que fue culpa mía.
- Bueno, tal vez lo fue- ni corta ni perezosa le echa la culpa.- Pero ya pasó.
- No ha pasado, ahora te irás y dentro de poco todo empezará y de nuevo dejaré de verte.
- Pero, ¿qué estás hablando? Se te ha ido la cabeza me da, vamos a la farmacia.
- No Gin, escúchame por favor, siéntate.

Le hace caso, se sienta a su lado de nuevo, odia verlo así, aunque, pensándolo bien, nunca lo había visto así, ni el día que su padre falleció, siempre ha sido una persona fuerte, no ha derramado una lágrima nunca y verlo así le deprime, se acerca un poco más, nunca han sido de esos amigos que se dan abrazos, su único signo de cariño ha sido solo el beso de llegada y despedida, no han necesitado más para saber el aprecio que se tienen, pero no puede evitarlo, le da un abrazo, no sabe como reaccionará, pero ahora es lo único que puede hacer para sentirse mejor y hacerle sentir mejor a él, que empieza a calmarse entre sus brazos.

- Ian, me preocupas, dónde quedó el chico fuerte. -Ve que levanta la cabeza y se rie- no, lo digo muy enserio, me siento extraña al darte un abrazo, somos unas personas bastantes salvajes en ese sentido. -Esta vez la que se ríe es ella, pero nota que la apreta más fuerte y conforme se va calmando la va soltando- TIO, ¿ME QUIERES MATAR? Te recuerdo que soy totalmente debilucha y sin fuerza alguna.
- Eso es mentira.
- ¡Hala! Tienes boca, no lo recordaba, como no dabas señal de que existiese.
- Tengo, tengo, pero lo siento, no es algo natural en nosotros y creo que debo separarme – se separa un poco- aunque admito que me hubiese quedado más tiempo.
- Si, pero la aquí presente tiene que volver al trabajo en … - mira el reloj- bueno, a la voz de ya.
- Ya veo, tal vez sea mejor quedar otro día y contártelo.
- ¿Contarme el qué?
- La guerra va a empezar de nuevo.
- IAN NO ME VENGAS CON ESAS.
- Lo digo enserio.
- No, no. No puede ser verdad, acabamos de terminar con las últimas construcciones debastadas en ese momento, ¿quieren tirarlas de nuevo o qué? Porque me niego a ayudar esta vez, bueno, si es que sobrevivo.
- ¿Esta tarde tienes algo que hacer?
- Había quedado con Kate, necesita relajarse y le había invitado a ir al cine.
- Vale, pues mañana podemos quedar después del trabajo y te cuento.
- Sin problemas, me acercaré a la panadería cuando haya salido de trabajar.
- Estaré allí esperándote.

Se despiden, esta vez sin beso, por último empezaba a sentirse incómoda, no acostumbra a dar abrazos que no sean a su hermana y porque es una chica bastante mimosa, y mucho menos acostumbra dárselos a sus amigos, bueno, al único amigo que tiene, el único que la ha aguantado durante tantos años.

Camino del trabajo sigue rondándole por la cabeza el tema del que le habló Ian, ¿la guerra va a empezar otra vez?, está loco si piensa que lo va a creer, Gin es más cabezota de lo que él piensa así que sin motivos recientes no creerá nada. El tio de Ian es el alcalde de este pueblo y es bastante honesto, después de todo el gasto público que ha tenido en este pueblo lo último que querrá es ponerlos de nuevo en problemas, no es alguien que vaya buscando líos por ahí, aunque tal vez la guerra de la que habla Ian sea distinta, solo tal vez, cierra los ojos durante unos segundos, pero esos segundos son suficientes para llegar a la oficina, cuando se decide a abrir la puerta se da cuenta de que no hay nadie dentro, y la puerta está abierta, y recuerda haber salido y haber cerrado la puerta, eso le hace pensar ¿y Kate?, se acerca a su despacho pero tampoco está, el ordenador sigue encendido, la carta está tirada en el mismo sitio donde la dejó, entonces ¿qué ha pasado aquí? Se relaja, no tiene porque haber pasado nada, Kate puede haber ido al baño o haber ido a comprar algo, sí, seguramente sea eso, habrá ido a comprar algo para comer, se sienta en su despacho, el ordenador sigue igual de quieto, y su buzón también, no hay ninguna entrada, y mucho menos salidas de correos, en este pueblo todos parecen antisociales que no envían cartas, solo entre ellos, pero ¿a otros sitios? Ni de coña. Vuelve a mirar la hora, solo han pasado diez minutos desde que entró pero Kate sigue sin llegar, tal vez salió cuando estaba llegando, imposible, la hubiese encontrado al salir.

Empieza a desesperarse, ¿dónde está Kate? Coge su chaqueta, que sigue un poco húmeda, al final Ian no solucionó nada de ese tema, simplemente la dejó ir en espera de que cogiese una pulmonía o cualquier enfermedad, tampoco le pidió cuentas por ello. Se prepara para salir, coge las llaves y sale de la oficina, pero esta vez no piensa cerrar, tiene demasiada prisa.


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