Lejos de la realidad: 25

25

 El día había sido largo en la oficina, en un fin de semana por lo visto podían enviarse suficientes mensajes para superar la cuota anual. Nunca había sucedido eso, todas las casas tenían un mínimo de cartas pendientes y lo más extraño es que todas llegaban con el mismo remitente, parecía un comunicado publicitario más que correo habitual. Aún así Gin hizo lo propio para terminar todo el trabajo pendiente y salir a la hora que debía, ni un minuto más ni un minuto menos.

Salir de la oficina y volver a tomar aire le hacía sentir bien, era como salir de la presión hacia el oasis de paz y tranquilidad que se instalaba en el parque situado enfrente de ella. Recordó que Lav tenía exámenes y decidió dar una vuelta antes de ir a su trabajo, probablemente tardase un poco más en salir así que todavía tenía tiempo. Volvió a pasar por el parque de esa mañana y ya no lo veía de la misma forma, cualquier esquina le recordaba a la frase de Jeff “...¿serás capaz de perdonarme?” Esas simples palabras hicieron mella en los sentimientos de Gin volviendo a abrir un cajón ya cerrado, ¿quién la mandaba a ella a enternecerse con esa estupidez?.

Dejó el parque atrás y se dirigió a donde se encontraba su hermana, cuando llegó se encontró con Aubrey.

- ¡Hola! ¿Sabes dónde está Lav?
- Claro, está saliendo. Mira esto es para ti, me lo dio un chico alto de ojos azules. - Le entregó un pequeño sobre amarillento -Pensaba dárselo a tu hermana ahora, pero visto que puedo entregártelo personalmente me siento más segura.
- ¿Un chico alto de ojos azules dices? -Enseguida recordó la escena en el coche con Ian y Diego. Claro, Diego. Alto y de ojos azules.
- Sí, creo que se llama....
- Diego. Si, si, me acabo de acordar de él. Muchas gracias Aubrey.


Aubrey se alejó a paso rápido, y Gin no pudo mantener su curiosidad por lo que abrió el sobre lo más rápido posible.

Esta noche, mismo sitio. No te olvides”

Con eso bastó para satisfacer la curiosidad de Gin. De repente unas manos envolvieron su cintura por la espalda y la levantaron del suelo. Sus gritos se expandieron por toda la zona en la que se encontraban.

- Por Dios Ian bájala. -La voz de Lav llegó desde el otro extremo.
-  ¿Ian?

Acto seguido volvió a notar el duro cemento del suelo bajo sus pies y lo más rápido que pudo escondió el sobre en el bolsillo del pantalón, pero no lo hizo lo suficientemente rápido para que la furtiva mirada de Ian no lo notase, aún así, él ya sabía que era aquello así que se limitó a guiñarle un ojo a Ginger cuando esta volvió su mirada hacia la suya.

No ocurrió nada más allá de lo normal, un par de saludos y una conversación en la que se preguntaba lo típico de todos los días: “¿Qué tal?”. Una pregunta odiosa según el criterio de Ginger, hace sentir a la persona preguntada obligada a decir que se encuentra bien si no quiere contar sus problemas, aún así entra dentro de los valores morales, precisamente es una forma educada de tratar a otra persona.

El camino fue agradable a pesar del silencio debido a que cada uno iba pensando en sus cosas e intercambiaban unas pocas palabras de las que Gin pudo sacar la información de que su hermana había invitado a Ian a comer y que los exámenes le habían ido lo suficientemente bien. El resto era simplemente eso, silencio, que permitían a Ian pensar en lo que tendría que hablar esa noche, el secuestro y el responsable y lo que Diego había venido a investigar; por otro lado, Lav iba pensando en la plaza que acababan de ofrecerle en el centro médico, ese era su sueño pero no comprendía que era lo que no la había motivado a aceptarlo por ahora y por último Ginger, iba pensando en Jeff y a que venían esas citas furtivas con Ian y Diego, ¿sabría Lav que Diego estaba aquí?
Recordó que en la cita anterior Jeff la había acompañado y que la ayudó en aquel extraño momento sin preguntarle nada. Esa noche casi iba a morirse cuando él apareció para acompañarla, y ahora simplemente tenía la necesidad de que el la acompañase, tenía que hablar con Ian lo más rápido posible, pero ahora él y Lav mantenían una agradable conversación.

Cuando llegaron a casa Lav fue directa a la cocina a calentar la comida y fue Gin que aprovechó ese momento para tirar del brazo de Ian y subirlo a su habitación haciéndole una señal con la mano para que no se quejase y guardase silencio.

- Vale, ya estamos aquí. ¿Me explicas este numerito de subirme por las escaleras? -Miró la cama todavía hecha- ¿No has pasado la noche en casa? ¿O prefieres que la deshaga yo? -las últimas palabras las pronunció mientras miraba de manera traviesa desde Gin a la cama y viceversa.
- No, no pasé la noche en casa... Pero creo que tú no estás en posiciones de pedirme explicaciones.
- Creo que recibiste la nota y está bastante claro cuando y donde puedes pedirlas tú.
- No quería hablar de eso, verás...
- Espera, espera... antes que nada. ¿No pasaste la noche en casa dijiste? Y, ¿dónde la pasaste entonces?
- No te importa Ian.
- Sí, sí y sí me importa. Anoche te dejé en un aparcamiento con un coche al fondo de él, probablemente de alguien nuevo que ahora te acompaña.
- Exactamente de eso quería hablarte...
- No, no me has respondido. ¿Dónde pasaste la noche?
- Si me dejas preguntarte tal vez te lo digo.
- Vale... - sonó muy poco convencido pero en peleas con ella no tenía las de ganar.
- A ver, anoche un chico apareció en mi casa había descubierto la nota y me acompañó, pero no le conté nada de nuestra furtiva reunión pero ahora siento que debo contárselo, necesito que hoy me acompañe. No entiendo por qué es algo que me lo pide.
- Sigue sin responderme, ¿quién es?
- No te lo voy a decir, si aceptas lo verás esta noche.
- ¿Y pasaste la noche en la casa de ese tipo? Podría ser un desgraciado que quiere aprovecharse.
- Ian -empezaba a notarse cierta impaciencia en su tono de voz- por favor, ¿quieres dejar el tema y responderme sí o no?
- ¿Quieres responderme sí o no a la pregunta de si dormiste en su casa?
- JODER, sí dormí en su casa. Ahora respondeme por favor.
- A ver, realmente no creo que a Diego le haga mucha gracia...
- Me da igual Diego, si tu me das permiso es un sí contra un no, un 50-50 donde yo decido porque soy la tercera persona.
- Venga vale.


Bajaron tranquilamente a la cocina juntos, Lav seguía cocinando y parecía no haberse enterado de nada, mejor.

- Lavi, voy a salir. Coméis ustedes dos solos ¿vale?
- Pero Ginger, ya tengo todo preparado. ¿Te lo guardo para la noche?
- No creo que vuelva a cenar, voy a devolverle la ropa a Johanna y luego tengo una reunión hasta muy tarde en el trabajo pero hoy si espero volver a casa.
- Más te vale, no quiero pasarlo mal como anoche o por lo menos una pequeña avisadita mejor que aquella nota estúpida.
- Eh,eh... ¿Nota? -la voz de Ian interrumpió como queriendo enterarse de la conversación de las hermanas.
- Si supieras lo que me hizo anoche está chica...
- Bueno, ya se lo contaremos en otro momento, CUANDO YO ESTÉ PRESENTE LAVINIA, y no antes.
- Pero yo... yo quiero saberlo.
- PUES NO LO SABRÁS, HOY NO. Me voy, nos vemos.

Cogió la mochila que se encontraba al lado de la puerta, en aquella mesilla abandonada que nadie utilizaba ya, en la que portaba una muda de repuesto y salió de su casa. Corrió entre las calles como si no hubiese mañana y a cada paso que se encontraba más cerca de su objetivo, más rápido le latía el corazón hasta el punto de querer salirsele del mismo pecho. Ya se encontraba tocando a la puerta cuando alguien desde el otro lado preguntaba: “¿Quién es?” Reconoció la voz al instante y sin más dilación respondió: “Burdock” y entonces, se abrió la puerta:


- Te perdono, y te perdonaría una y mil veces más...


1 comentario:

  1. Muchas gracias por la información me viene muy bien tenerlo en cuenta.
    Saludos R.

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