Lejos de la realidad: 3

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Mira a todos lados y no ve a nadie parecido a Ian, mira el reloj, ha llegado tarde, tal vez por eso haya pensado que era mejor irse que seguir esperando por ella aunque prefiere ser optimista y que en realidad no le ha visto porque se ha retrasado o porque tiene muchos clientes en la panadería de su madre, aunque eso último no puede ser, pues Lav le había afirmado que no iba a trabajar hoy. A pocos metros hay un banco enfrente de un pequeño lago con patos, se acerca a él y se sienta <<grrrrrrrrr>>, su estómago empieza a gruñir fuertemente. Se dedica un momento a la belleza del paisaje que tiene delante, saca de la bolsa uno de los bocadillos hecho por su hermana, vegetal, no sabe si eso a los animales les gustará, casi ni le gusta a ella, asi que opta por coger un poco de la miga del pan y acercarse al lago, cuando va a entrar a la zona precintada como “zona verde” ve un cartelito, el típico que pone “¡Por favor, no dar de comer a los animales!” pero como siempre ha vivido a su manera decide olvidarse del cartelito y acercarse a los pequeños bichos que se asoman lentamente, ilusionados cuando ven que les trae algo de comida.

- Vale, os voy a dar unas migas pero no podéis decírselo a nadie o me arrestarán vuestros amigos los policías. - se acercó un poco más para decirles esta frase, como si me fuesen a entenderla.

Cuando ya les ha dado las pocas migas que había decidido entregarles a esos animales se sienta en el césped de alrededor, afina su oido para escuchar el ruido de las aves que por allí se encuentran pero lo único que consigue escuchar con total atención son unos pasos fuertes. Se acerca otra vez al lago al ver un pequeño cisne asomado al borde, tiene un pico naranja y el resto del cuerpo negro con pequeñas rayas blancas en el interior de las alas que empezó a mover como señal de aviso y de repente plaf, ha caído al agua, unas manos fuertes la cogen de nuevo, le tapan los ojos y empieza a patalear en el aire.

- Suélteme, Suélteme o llamaré a la policía. - dice mientras sigue chillando y pataleando.
- Creo que el que debería llamar a la policía soy yo guapa, por haberte saltado la advertencia que está antes de entrar en este parque. - Reconoce esa voz grave y fuerte, deja de patalear enseguida.
- ¿Ian? -pregunta, aunque realmente sabe la respuesta.
- No, Ian Hamson para tí, no te mereces que te deje llamarme por mi nombre solamente después de haber hecho esa locura. -le destapa los ojos y la acuesta ensima de su hombro.
- Bájame, bájame enserio Ian.
- No.
- Pues vale. -coge el bolso que tiene en la mano, aunque no sabe como logró cogerlo y le pega fuertemente.
- Ay.
- Bájame o te vuelvo a pegar, y esta vez hablo enserio -pone el tono más serio que puede poner y la baja.
- Desde luego, no hay quien te haga una broma Gin

Le invita a sentarse en el mismo banco que se había sentado anteriormente, pero la diferencia con antes es que cuando se sienta esta vez, su ropa empieza a escurrir y su trenza empieza a destrozarse, efecto de haber caído en el agua, ¿cómo ha sido capaz de tirarla al agua? Si lo llegan a ver podrían haberle multado, o a los dos, por ella haberle dado de comer a los cisnes y patos del lago, de repente vuelve a ella la imagen de aquel cisne pequeño, parecía indefenso y no recordaba haber visto ninguno semejante, recuerda como agitó las alas probablemente cuando venía Ian, era un lugar relajante pero después de todo lo que ocurrió por lo único por lo que volvería sería para ver aquel maravilloso cisne que le encandiló. Se dirige a coger la bolsa con los bocadillos, pero a su lado solo encuentra su bolso y a Ian.

- ¿Dónde coño habré dejado los bocadillos? Mi hermana preparó doble de todo, pensó en ti.
-  Lo sé, tu hermana es un sol, siempre piensa en todo, lo que no pensó es que te tiraría al agua y con ello caería tu preciosa trenza. - ve que mira su pelo y empieza a reirse
-  Cállate idiota, espero que sepas como solucionar esto en una hora y media, porque no pienso volver a trabajar así
- Mmmmm, no la verdad es que no sé, pero venga Gin no te enfades, solo era una broma –y vuelve a reirse.
- Pues yo no le vi la gracia -gira la cara, no quiere mirarle porque sabe que terminará riéndose

Ian, que ve lo que intenta, le coge la cara y le da un beso en la mejilla, de repente se encuentra con sus ojos que en ese momento adquieren ese tono verdoso y se queda hipnotizada, mueve la cabeza de un lado a otro, “No Gin, es tu amigo de toda la vida, no, además hacía tiempo que no lo veías, solo eso”. Y tanto tiempo que no lo veía, se da cuenta de que está más alto e incluso está más fuerte, es probable que haya salido a jugar con los amigos más de una vez por el bosque, aunque salir de ahí cada vez es más difícil, la verja negra que rodea el pueblo está siendo restaurada, dicen que han encontrado animales salvajes y que necesitan arreglarla a toda costa antes de que puedan entrar en el pueblo y destrozarlo.

A su mente vienen los momentos en los que su madre, su padre, Lav y ella eran una familia unida, sin destrozar por la pequeña guerra que se formó años después y salían a dar una vuelta por el bosque, Lav y Gin se dedicaban a coger hojas de todos los árboles nuevos que encontraban y Sonia, su madre, les decía cuáles eran buenas para crear medicinas y cuáles no, ella olvidaba enseguida eso, pues no era algo que le gustase, le llamaban otras cosas. Dibujar es algo que se le daba mal, asi que se dedicaba a escribir todo aquello que veía, a describir con palabras todo lo que le emocionaba y gustaba en el bosque, en cambio, a Lav, todos la veían como la próximo médico de la familia, le encantaba trabajar con su madre haciendo medicinas naturales con aquellas hojas. Eso le recuerda que de todos los escritos, los cuales recuerda uno a uno con total claridad, no recuerda hablar de animales salvajes, solo hablaba de animales pequeños y dóciles, que se llevaban bien con la naturaleza, el escrito que mejor recuerda es el de una ardilla.

...Y cuando me dí cuenta alrededor de mis pies había una pequeña ardilla, era de color marrón claro pero por la altura del lomo tenía cuatro rayas dos negras y dos beige, la cola era realmente grande, cuando se ponía de pie, la cola le recorría todo el cuerpo, en cambio, cuando corría, la cola se estiraba más allá del cuerpo, parecía flexible y modelable según la ocasión, quise acariciarla, pero de repente cuando estaba bajando para acercar mis dedos a su cola, oímos un disparo y la ardilla salío corriendo hacía el árbol más cercano para trepar a él con la mayor rapidez posible, pero no lo logró, otro disparo salió del mismo lugar de dónde había salido el anterior y la ardilla cayó al suelo, quise ayudarla, acercarme a ella pero mi padre me cogió y me llevó corriendo a casa, Sonia llevaba a Lav, iban corriendo, no entiendo por qué habían matado aquella ardilla, cuando llegamos a casa, Sonia cerró la puerta, teníamos cuatro cerraduras pero nunca las habíamos utilizado todas hasta hoy, eso consiguió que yo no pudiera abrirlas y escaparme, solo quería correr a ayudar a la ardilla pero mi padre lo impidió, me prohibió salir hasta que el supiese que era seguro, debía protegernos...”

El escrito seguía, ese día fue unos meses antes de empezar la guerra, nunca supo si eso tenía algo que ver con ello, si ese disparo era un inicio de todo lo que vendría después, nunca lo supo bien. Sonia siempre decía que tenía un don, una memoria capaz de recordar todo lo que veía, una visión ampliada de las cosas pues era capaz de ver cualquier fallo, cualquier cosa extraña a su alrededor, podía percatarse de cualquier suceso, de cualquier persona, de cualquier ruido, de cualquier animal, antes que nadie y le decía que algún día le serviría para algo, pero a día de hoy sigue sin verle nada bueno.

- Ey, que piensas. -la voz de Ian la despierta de sus sueños, o mejor dicho, pesadillas.
- Nada, solo estaba recordando a Sonia, y me fui un poco. -se dirige a coger la bolsa que esta vez si aparece a su lado, son vegetales, esta niña me quiere matar, odio los vegetales -ríe de mala gana.
- Siempre te negarás a llamarla de otra manera, ¿no? -La expresión de su cara había cambiado, estaba serio y no quería que ese día terminase mal, por lo menos no con él.
- ¿Te gusta o no? -cambia de tema y le da un mordisco al bocadillo, aunque no le guste, no le queda otra, Ian se lo metería por la boca aunque tuviese que morderle para gritar y aprovechar el momento, ríe ante su ocurrencia.
- ¿De qué te ries? -se ha percatado de su risa y parece haberse relajado, Es probable que eviten ese tema hoy, no le apetece hablar de su madre, le da un mordisco a su bocadillo- Sí, me gusta, puedes decirle a tu hermana que es una gran cocinera.
- Para hacer un bocadillo con vegetales dentro no hace falta ser cocinera profesional ¿sabes?
- Para ti, todo es fácil pero no serías capaz ni de abrir el bocadillo -le pica un poco.
- Pues si prefieres a mi hermana, podrías haber quedado con ella en vez de conmigo ¿no crees?
- Pero la diferencia, es que a Lav, la quiero como una hermana, tu eres mi mejor amiga, aunque tu ya no te acuerdes casi de mi, ni siquiera te has dignado a saludarme
- Tienes razón, pero por picarme ahora no te mereces que te salude.
- Tranquila, la hora del saludo ya ha pasado de todas formas. - Gin se acerca un poco a su mejilla y le da un beso.
- ¿Contento? -ve que su sonrisa se agranda- Me lo tomaré como un sí.

3 comentarios:

  1. Hola Nora, estoy siguiéndote con tu historia ;-) Me gusta como va, sigue actualizando

    Saludos desde Perú.
    M.

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  2. Muchas gracias, seguiré actualizano todas las semanas mínimo una vez.

    Saludos desde Canarias.

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