El día había sido largo en la oficina, en un fin de semana por lo
visto podían enviarse suficientes mensajes para superar la cuota
anual. Nunca había sucedido eso, todas las casas tenían un mínimo
de cartas pendientes y lo más extraño es que todas llegaban con el
mismo remitente, parecía un comunicado publicitario más que correo
habitual. Aún así Gin hizo lo propio para terminar todo el trabajo
pendiente y salir a la hora que debía, ni un minuto más ni un
minuto menos.
Salir de la oficina y volver a tomar aire le hacía sentir bien, era
como salir de la presión hacia el oasis de paz y tranquilidad que se
instalaba en el parque situado enfrente de ella. Recordó que Lav
tenía exámenes y decidió dar una vuelta antes de ir a su trabajo,
probablemente tardase un poco más en salir así que todavía tenía
tiempo. Volvió a pasar por el parque de esa mañana y ya no lo veía
de la misma forma, cualquier esquina le recordaba a la frase de Jeff
“...¿serás capaz de perdonarme?” Esas simples palabras hicieron
mella en los sentimientos de Gin volviendo a abrir un cajón ya
cerrado, ¿quién la mandaba a ella a enternecerse con esa
estupidez?.
Dejó el parque atrás y se dirigió a donde se encontraba su
hermana, cuando llegó se encontró con Aubrey.
- ¡Hola! ¿Sabes dónde está Lav?
- Claro, está saliendo. Mira esto es para ti, me lo dio un chico alto
de ojos azules. - Le entregó un pequeño sobre amarillento -Pensaba
dárselo a tu hermana ahora, pero visto que puedo entregártelo
personalmente me siento más segura.
- ¿Un chico alto de ojos azules dices? -Enseguida recordó la escena
en el coche con Ian y Diego. Claro, Diego. Alto y de ojos azules.
- Sí, creo que se llama....
- Diego. Si, si, me acabo de acordar de él. Muchas gracias Aubrey.
Aubrey se alejó a paso rápido, y Gin no pudo mantener su curiosidad
por lo que abrió el sobre lo más rápido posible.
“ Esta noche, mismo sitio. No
te olvides”
Con eso bastó para satisfacer la curiosidad de Gin. De repente unas
manos envolvieron su cintura por la espalda y la levantaron del
suelo. Sus gritos se expandieron por toda la zona en la que se
encontraban.
- Por Dios Ian bájala. -La voz de Lav llegó desde el otro extremo.
- ¿Ian?
Acto seguido volvió a notar el duro cemento del suelo bajo sus pies
y lo más rápido que pudo escondió el sobre en el bolsillo del
pantalón, pero no lo hizo lo suficientemente rápido para que la
furtiva mirada de Ian no lo notase, aún así, él ya sabía que era
aquello así que se limitó a guiñarle un ojo a Ginger cuando esta
volvió su mirada hacia la suya.
No ocurrió nada más allá de lo normal, un par de saludos y una
conversación en la que se preguntaba lo típico de todos los días:
“¿Qué tal?”. Una pregunta odiosa según el criterio de Ginger,
hace sentir a la persona preguntada obligada a decir que se encuentra
bien si no quiere contar sus problemas, aún así entra dentro de los
valores morales, precisamente es una forma educada de tratar a otra
persona.
El camino fue agradable a pesar del silencio debido a que cada uno
iba pensando en sus cosas e intercambiaban unas pocas palabras de las
que Gin pudo sacar la información de que su hermana había invitado
a Ian a comer y que los exámenes le habían ido lo suficientemente
bien. El resto era simplemente eso, silencio, que permitían a Ian
pensar en lo que tendría que hablar esa noche, el secuestro y el
responsable y lo que Diego había venido a investigar; por otro lado,
Lav iba pensando en la plaza que acababan de ofrecerle en el centro
médico, ese era su sueño pero no comprendía que era lo que no la
había motivado a aceptarlo por ahora y por último Ginger, iba
pensando en Jeff y a que venían esas citas furtivas con Ian y Diego,
¿sabría Lav que Diego estaba aquí?
Recordó que en la cita anterior Jeff la había acompañado y que la
ayudó en aquel extraño momento sin preguntarle nada. Esa noche casi
iba a morirse cuando él apareció para acompañarla, y ahora
simplemente tenía la necesidad de que el la acompañase, tenía que
hablar con Ian lo más rápido posible, pero ahora él y Lav
mantenían una agradable conversación.
Cuando llegaron a casa Lav fue directa a la cocina a calentar la
comida y fue Gin que aprovechó ese momento para tirar del brazo de
Ian y subirlo a su habitación haciéndole una señal con la mano
para que no se quejase y guardase silencio.
- Vale, ya estamos aquí. ¿Me explicas este numerito de subirme por
las escaleras? -Miró la cama todavía hecha- ¿No has pasado la
noche en casa? ¿O prefieres que la deshaga yo? -las últimas
palabras las pronunció mientras miraba de manera traviesa desde Gin
a la cama y viceversa.
- No, no pasé la noche en casa... Pero creo que tú no estás en
posiciones de pedirme explicaciones.
- Creo que recibiste la nota y está bastante claro cuando y donde
puedes pedirlas tú.
- No quería hablar de eso, verás...
- Espera, espera... antes que nada. ¿No pasaste la noche en casa
dijiste? Y, ¿dónde la pasaste entonces?
- No te importa Ian.
- Sí, sí y sí me importa. Anoche te dejé en un aparcamiento con un
coche al fondo de él, probablemente de alguien nuevo que ahora te
acompaña.
- Exactamente de eso quería hablarte...
- No, no me has respondido. ¿Dónde pasaste la noche?
- Si me dejas preguntarte tal vez te lo digo.
- Vale... - sonó muy poco convencido pero en peleas con ella no tenía
las de ganar.
- A ver, anoche un chico apareció en mi casa había descubierto la
nota y me acompañó, pero no le conté nada de nuestra furtiva
reunión pero ahora siento que debo contárselo, necesito que hoy me
acompañe. No entiendo por qué es algo que me lo pide.
- Sigue sin responderme, ¿quién es?
- No te lo voy a decir, si aceptas lo verás esta noche.
- ¿Y pasaste la noche en la casa de ese tipo? Podría ser un
desgraciado que quiere aprovecharse.
- Ian -empezaba a notarse cierta impaciencia en su tono de voz- por
favor, ¿quieres dejar el tema y responderme sí o no?
- ¿Quieres responderme sí o no a la pregunta de si dormiste en su
casa?
- JODER, sí dormí en su casa. Ahora respondeme por favor.
- A ver, realmente no creo que a Diego le haga mucha gracia...
- Me da igual Diego, si tu me das permiso es un sí contra un no, un
50-50 donde yo decido porque soy la tercera persona.
- Venga vale.
Bajaron tranquilamente a la cocina juntos, Lav seguía cocinando y
parecía no haberse enterado de nada, mejor.
- Lavi, voy a salir. Coméis ustedes dos solos ¿vale?
- Pero Ginger, ya tengo todo preparado. ¿Te lo guardo para la noche?
- No creo que vuelva a cenar, voy a devolverle la ropa a Johanna y
luego tengo una reunión hasta muy tarde en el trabajo pero hoy si
espero volver a casa.
- Más te vale, no quiero pasarlo mal como anoche o por lo menos una
pequeña avisadita mejor que aquella nota estúpida.
- Eh,eh... ¿Nota? -la voz de Ian interrumpió como queriendo
enterarse de la conversación de las hermanas.
- Si supieras lo que me hizo anoche está chica...
- Bueno, ya se lo contaremos en otro momento, CUANDO YO ESTÉ PRESENTE
LAVINIA, y no antes.
- Pero yo... yo quiero saberlo.
- PUES NO LO SABRÁS, HOY NO. Me voy, nos vemos.
Cogió la mochila que se encontraba al lado de la puerta, en aquella mesilla abandonada que nadie utilizaba ya, en la que portaba una muda de
repuesto y salió de su casa. Corrió entre las calles como si no
hubiese mañana y a cada paso que se encontraba más cerca de su
objetivo, más rápido le latía el corazón hasta el punto de querer
salirsele del mismo pecho. Ya se encontraba tocando a la puerta
cuando alguien desde el otro lado preguntaba: “¿Quién es?”
Reconoció la voz al instante y sin más dilación respondió:
“Burdock” y entonces, se abrió la puerta:
- Te perdono, y te perdonaría una y mil veces más...
Muchas gracias por la información me viene muy bien tenerlo en cuenta.
ResponderEliminarSaludos R.